En Ravena, de la región de la Flaminia, san Barbaciano, presbÃtero (s. V).
esbÃtero de AntioquÃa que marchó a Roma y se retiró en el cementerio de Calixto donde llevó una vida de oración y de penitencia. Realizó numerosos milagros, algunos en favor de personalidades de la corte imperial y por su fama llamó la atención de la emperatriz Plácida Augusta; ésta le convenció para que estableciese su residencia en Rávena, donde construyó el monasterio de San Juan Bautista y dirigió una comunidad de monjes; fue confesor de la emperatriz.
Por su intercesión, Gala Placida obtuvo, milagrosamente, reliquias de san Juan Evangelista y, por un voto, en el 425, hizo erigir la célebre basÃlica en honor a este santo. Cuando murió Barbaciano, tanto la emperatriz como el Arzobispo de Rávena, san Pedro Crisólogo, decidieron que fuera enterrado en su monasterio que después serÃa llamado de Santos Juan y Barbaciano. Con su sabidurÃa sirvió con grandeza al Estado. Patrón de Rávena y Bolonia.